¿Qué ocurre si sistemáticamente le damos al niño un dispositivo electrónico cada vez que llora o se enfada?

1. Estaremos premiando su comportamiento. Por lo que será más probable que el niño utilice la rabieta como un modo para conseguir lo que quiere.


2. No aprenderá a manejar la frustación. El motivo de la rabieta seguirá ahí. El niño no aprenderá a afrontar un “No” y tampoco aprenderá a controlar sus emociones.


3. Pasará demasiado tiempo delante de la pantalla. Esto afecta sus niveles de atención, acostumbrándolo a recibir una gran cantidad de estimulación, desmotivándose al volver al ritmo de la vida real. No estarán interactuando con otros niños de su edad y tampoco disfrutarán de tiempo de calidad con sus padres.


4. Al negarle el dispositivo, éste se convertirá en un estímulo desencadenante de berriches y pataletas, incrementando la conducta. Pero… ¿Cómo manejar una rabieta?  Una rabieta es una reacción exagerada con gritos y llanto para conseguir algo. Lo primero que hay que hacer es hacerles saber que mientras griten no podremos entender lo que nos quieren decir. Dar ejemplo manteniendo la calma y sin alzar la voz.

5. Hablar con ellos (Discurso concreto) para gestionar la demanda. Saber qué es lo que quieren es esencial. Puede ser que tengan un malestar real o que sea un simple capricho. Si es un capricho, es importante NO CEDER a lo que nos piden, así evitaremos que se acostumbrarán a tener gratificaciones inmediatas a través del uso de berrinches y pataletas.

6. Hacerle saber que con la rabieta no conseguirá nada y que sólo logrará sentirse mal.

7. Evitar brindar más atención de la necesaria, restando importancia al berrinche.

Control de berrinches y pataletas. Conceptos básicos.

Para poder comprender el proceso inmerso en el manejo y control de conductas, es necesario conocer y entender algunos conceptos básicos, que ayudan a ubicarse y a detectar posibles debilidades que como padres, docentes y adultos significativos podemos tener… Uno de ellos y quizás el más común, es lo que en conducta y psicología conocemos como: “Reforzamiento intermitente”. Pero, para poder entenderlo es necesario hacer mención al “Condicionamiento Operante”, que es un tipo de aprendizaje asociativo basado en la relación de conductas y consecuencias positivas o negativas. Existen distintos tipos de condicionamiento operante:

Refuerzo Positivo: Si al realizar una conducta determinada se obtiene una recompensa (Refuerzo), existen mayores posibilidades de que ésta conducta se repita en el futuro.


Castigo Positivo: Cuando se realiza una conducta y se obtiene una consecuencia no deseada (Castigo), habrá menos posibilidades de que se repita en el futuro.


Refuerzo Negativo: Si realizar una conducta concreta conlleva reducir o eliminar una consecuencia no deseada, habrá más posibilidades de que se repita esta conducta en el futuro.


Castigo Negativo: Si al realizar una conducta concreta perdemos un refuerzo, habrá menor probabilidad de que se repita esta conducta en el futuro.


Extinción: Cuando se emite una conducta y ésta es ignorada, es decir, no tiene consecuencias habrá menos probabilidades de que se vuelva a realizar… y, ¿dónde queda el reforzamiento intermitente en esta clasificación?. 

Este tipo de condicionamiento puede verse como una “mezcla” de todos los anteriores. Puede ser que cuando un niño emite una misma conducta, (Por ejemplo llanto), en algunas ocasiones, se le refuerce, en otras se le castigue y en otras se le ignore. ¿Qué ocurre entonces?, como es de suponer, esta incoherencia causa un conflicto en la mente del niño sin saber qué hacer y qué no hacer.

El problema principal es que el reforzamiento positivo es el más poderoso de todos los tipos de condicionamiento operante, por lo que, aunque la conducta haya sido castigada o ignorada en otras ocasiones, prevalecerá la idea de que, alguna vez, obtendremos la recompensa. Es por esto que las personas que sufren de ludopatía siguen apostando una y otra vez; es por esto que nuestras mascotas nos dan con la patita durante las comidas para que le demos un trocito de eso que huele tan bien y que probaron una vez y es por esto que los niños patalean, chillan y lloran cuando quieren algo que alguna vez le dimos y que esta vez le estamos negando.

En normal que ante una pataleta, padres, docentes y adultos significativos terminemos cediendo y dando al niño aquello que desean. Esto es una solución rápida frente a la conducta de pataletas o berrinches, pero como ya sabemos, no es más que otro reforzamiento positivo de una conducta que queremos evitar. Ahora bien, una vez instaurada la conducta de berrinche o pataleta ¿cómo podemos disminuirla o extinguirla?, Mediante el uso correcto de la “Extinción”. Como en cualquier otro proceso de aprendizaje, debemos ser constantes y coherentes, aunque nos cueste muchas miradas de desaprobación, juicios y mucho llanto… es importante que el niño aprenda que su conducta no será recompensada y que por tanto es mejor dejar de realizarla…

Por otra parte, es fundamental que el control y extinción de la conducta no deseada se complemente con el uso del “Reforzamiento positivo” de otra conducta deseada. Por ejemplo: si después de ignorar una pataleta en el supermercado y una vez de que el niño se haya calmado observamos que colabora colocando las compras en las bolsas, debemos felicitarlo con un discurso breve y acorde a la edad.

En resumen, la mejor estrategia para evitar una pataleta es sin duda ser cariñoso, claro y coherente.

Msc. Dayana Carrillo

Terapeuta Conductual