Crianza positiva…

Amor, respeto y coherencia, tres pilares fundamentales en toda crianza

Mucho se habla de la Crianza Positiva, pero no siempre se habla de sus precursores y mucho menos de las teorías que la avalan. Como amante de los postulados teóricos que sustentan conceptos, dogmas y paradigmas me veo en la necesidad de tocar el tema de la crianza positiva, (sé que esto me puede generar muchas críticas, pero hay cosas que se deben decir), y de cómo muchas personas la interpretan, ya que con frecuencia escucho a madres y padres afirmar que ellos han adoptado el método de la crianza positiva, algo que me parece bien y lo apoyo, (cada quien es libre de asumir el estilo de crianza que mejor le parezca).

Hasta ahí, puedo decir: “Muy bien, que bueno, excelente, si te funciona: ¡perfecto!”, cuando pregunto el motivo de la consulta conductual, comienzan a enumerar la lista de conductas disruptivas o no operativas de su hijo y es cuando comienzo a entender que una cosa es decir que adoptas determinado estilo de crianza y otra muy diferente es saberlo aplicar en toda su dimensión; evitando confusiones, errores de concepto o sesgos de interpretación que desvirtúan cualquier teoría y atentan contra los pensamientos de cualquier precursor.

Algunos de estos padres que buscan ayuda, se encuentran (sin proponérselo) en una especie de presión social mal entendida porque “hay” que criar a los hijos según lo sostiene la crianza “tal o cuál” y jamás puedes dejar de hacer aquello que los defensores a ultranza del método afirman, (muchas veces, sin conocer la teoría y postulados). Para mí, el problema no es el estilo que se asume en la crianza, el problema está (la mayoría de las veces), en los adultos alrededor del niño y en los adultos en el entorno de los padres, es decir, se afecta al niño y se afectan los adultos que de alguna extraña forma se obligan a criar según una serie de creencias y errores de concepto asociados a un modelo en particular.

Sí, particularmente he sido testigo del inmenso estrés acumulado tras la crianza de los niños y de cómo se señala y etiqueta a esos adultos que deciden asumir la crianza de una forma más equilibrada, entiéndase: libre de tomar aspectos de cada estilo, que encuentre adecuado y beneficioso para su hijo.

Como todo método, estilo, corriente… la crianza positiva tiene unos precursores y una teoría bien sustentada. Ahora bien, el problema empieza cuando se asume este método sin conocerlo o sus postulados son interpretados de manera incorrecta, generando una serie de situaciones que afectan a niños y padres.

La crianza positiva se encuentra sustentada en las teorías de Alfred Adler y Rudolph Dreikurs, quienes promueven el concepto de “disciplina positiva”. El Dr. Adler en 1920 introdujo la idea de educar a los padres para la crianza de los hijos basado en el respeto mutuo. En sus investigaciones descubrió que los niños que no tenían límites o eran sobreprotegidos tenían problemas de comportamiento. Ambos teóricos se refirieron a este enfoque como crianza “democrática”. Por su parte en 1988, Jane Nelsen y Lynn Lott, adaptaron estos conocimientos a través de la serie de libros de Disciplina Positiva y empezaron a enseñar en clases experimentales, habilidades para padres y manejo en el salón de clase. Ambas, coinciden en que se debe establecer la conexión antes de la corrección desarrollando el sentido de pertenencia (Dreikurs) y preparando a los estudiantes para aceptar las correcciones, que sí se aplican (no como muchos afirman), desde la amabilidad y con firmeza. La disciplina positiva no se centra en los castigos sino en las soluciones, validando las emociones, escuchando a los estudiantes y brindándoles la oportunidad de participar en la resolución de conflictos. Evidentemente este es un proceso que requiere tiempo y sus resultados se ven a largo plazo.

La Disciplina Positiva está fundamentada en los siguientes conceptos básicos (Adler, Dreikurs, Lott y Nelsen):

  • Igualdad social: todos merecemos un buen trato. I
  • nterés social (sentido de comunidad).
  • El comportamiento de los niños tiene un propósito: ser importantes y tener un sentido de pertenencia y conexión. Detrás del comportamiento hay una creencia (de percepciones e interpretaciones). Un niño que emite conductas disruptivas, es un niño desmotivado, (y yo le agrego: Confundido).
  • Los niños que emiten conductas operativas, se sienten bien. Amabilidad y firmeza al mismo tiempo para aplicar correcciones. Respeto mutuo. (En toda circunstancia). No es punitiva (castigo), ni permisiva (Es decir, se establecen límites y normas).
  • Se basa en la solución de problemas y en la importancia de enseñar habilidades de vida a largo plazo (Brindar herramientas).

Comparto esta información con la intensión de aclarar algunos errores de concepto asociados al modelo, que como muchos es susceptible a ser mejorado o combinado con otro que nos ayude en la crianza de los niños.

Para mí, ningún modelo es 100% malo o bueno, todo va a depender de las expectativas de los padres, de cómo lo entiendan, lo asuman y lo apliquen.

Cuando me preguntan alguna sugerencia siempre digo:

1. No existen verdades absolutas, usa el pensamiento flexible.

2. Equilibrio al asumir modelos.

3. Cómo afirmo en mi taller: “Manual de supervivencia para el manejo de conductas”: Amor, respeto y coherencia, tres pilares fundamentales en toda crianza (independientemente del estilo que se desee asumir).

Msc. Dayana Carrillo

Terapeuta Conductual

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