¡No es mi hijo!… es el Trastorno Oposicionista Desafiante.

No es un secreto que cada vez son más los casos de niños con conductas disruptivas y padres que se declaran incapaces de controlar a sus hijos

Este trastorno es definido por el DSM-V como un patrón recurrente de comportamiento negativista, desafiante, desobediente y hostil dirigido a las figuras de autoridad.  El TOD puede manifestarse con alguna o varias de las siguientes características:

– Episodios de cólera. Se molestan e irritan con frecuencia, siendo común las rabietas de todo tipo, debido a que se frustran con facilidad o pierden la paciencia.

– Discuten constantemente con los adultos y desafían las reglas sociales y familiares.

– Suelen ser provocadores, intentando molestar e importunar deliberadamente a las personas en su entorno.

– Culpan y reprochan a los demás de sus propios errores, llegando a mostrarse resentidos con todo lo que les rodea y/o vengativos.

– Utilizan un lenguaje obsceno. Cuando se enfadan utilizan palabras hirientes, con la intención de hacer daño.

– Llegan a ser manipuladores, a decir mentiras e incumplir acuerdos.

– Pueden tener problemas académicos.

Muchos de los niños (as)  pueden presentar características similares con este trastorno, sin embargo son ocasionales, poco marcados y propios de la edad lo que ocasiona que padres, docentes e incluso pediatras desestimen tales manifestaciones de la conducta, argumentando que esto pasará con la edad, que se debe dar tiempo y esperar.  Grave error, pues las manifestaciones conductuales pueden incrementarse e instaurarse producto de un manejo errático del entorno. Situación que se hace cada vez más común y que repercute en la incidencia de este trastorno. No es un secreto que cada vez son más los casos de niños con conductas disruptivas y padres que se declaran incapaces de controlar a sus hijos.

Lo recomendable es no esperar a que el niño altere sus entornos para considerar ir a Terapia, siendo importante estar atento en caso de que la frecuencia, intensidad y duración de la conducta incremente. En este caso aplicará el criterio de “urgencia”. Para un correcto abordaje del TOD en muchos casos se requerirá de un trabajo en conjunto con el neurólogo infantil.

Si bien es cierto que en materia conductual no existen formular mágicas y que desde el Paradigma Congnitivo – Conductual el abordaje requiere adaptar las técnicas a cada caso, existen algunas recomendaciones generales que contribuyen a  un mejor manejo del entorno con respecto al niño que presenta características dentro del TOD:

– En primer lugar conviértete en un gran observador de tu hijo: Analiza el contexto, identifica la causa de su molestia o rabieta, evalúa las posibles consecuencias inmediatas, determina si estas fueron o no reforzadoras. 

Una vez analizado el entorno y las reacciones del niño, evalúa tus propias reacciones: ¿Eres un reforzador más de la conducta de tu hijo?: ¿Gritas, te molestas, pierdes la paciencia, lo castigas con frecuencia, te desesperas, lloras, no lo escuchas, llegando a convertirte en un modelo?.

¿Le brindas exceso de atención, lo consientes y accedes a lo que pide para evitar que continúe con el berrinche?… O por el contrario, ¿Actúas con coherencia llegando a manejar tus propias emociones?.  Es importante que identifiques cómo es tu reacción ante las conductas de tu hijo,  ya que esto será fundamental en la modificación de la conducta.

– Evita perder el control: Cuando esto sucede, el adulto cede su autoridad al niño, quien aprende a manipular y a usar esa pérdida de control del adulto a su favor para obtener lo que desea, mediante el incremento de su conducta. No en vano el niño grita cada vez con más fuerza o llora con más frecuencia llegando, incluso, a “hablar – llorando”.

– Evita acceder a todas sus demandas: En especial a aquellas que son manipulatorias y que ya sabes no son prioritarias sino que son por capricho, no obedecen a situaciones de salud y/o bienestar físico y/o emocional. Recuerda que en el proceso de interacción con el entorno el ser humano “aprende” a usar sus conductas para “obtener” lo que desea.

– Define normas y límites dentro y fuera del hogar. Los niños necesitan de estas dos figuras para poder sentirse seguros y actuar en consecuencia. Un niño que no sabe lo que se espera de él, se confunde y  un niño confundido comienza a emitir conductas disruptivas. Recuerda: El adulto eres tú y eres el único responsable de hacer que las normas y los límites se cumplan, teniendo en cuenta siempre que para esto no será necesario que te conviertas en un adulto dictador o maltratador. La autoridad se ejerce desde la coherencia y el amor, aunque como adultos nos cuente aceptarlo, probablemente porque el patrón de autoridad que tenemos fue el que aplicaron nuestros padres cuando éramos niños.

– Ejerce el binomio autoridad –  afecto con equilibrio: ¿Por qué aquellos docentes de más carácter son los más queridos y recordados del colegio?, simplemente porque saben ejercer el binomio con coherencia y equilibrio, manteniéndose firmes ante la aplicación de las consecuencias lógicas derivadas de las conductas de sus alumnos y brindando amor y manifestando afecto cada vez que la situación así lo permite. La autoridad no se negocia y no se ejerce desde el maltrato, la violencia y el abuso de poder, se ejerce desde la calma, el control de las emociones del adulto y el amor.

– Mantente firme y desde el control de tus emociones: Por ejemplo, si ya le has indicado a tu hijo (a) que no puede tocar tus cosas y reiteradamente lo hace, lo que te lleva a castigarlo, gritar, perder la paciencia e incluso pegarle; no estas ejerciendo el binomio autoridad – afecto con equilibrio y no por gritar o castigar estás siendo firme, sino que estás convirtiéndote en un factor reforzador de la conducta de tu hijo, haciendo que se incremente y se repita.

El ser firme lo logras desde el control de tus emociones y manteniendo las decisiones o consecuencias lógicas que se generan de las conductas disruptivas de tu hijo. Evita convertirte en uno de esos padres que castiga y luego por sentimiento de culpa levanta el castigo o intenta enmendar la situación a través de la administración de algo material, (Regalos).

Los berrinches y pataletas se presentan en niños entre 1 y 3 años de edad por lo general cuando están cansados, hambrientos, molestos o incómodos. Pueden ocurrir cuando no pueden conseguir algo (como un juguete o atención) que desean. Aprender a afrontar la frustración es una habilidad que los niños van desarrollando con el paso del tiempo y la adecuada actuación de las personas del entorno.

Las rabietas se hacen más frecuentes hacia los dos años, cuando los niños están empezando a comunicarse. Debido a que los niños de 1 a 3 años aún no pueden expresar con palabras lo que quieren, sienten o necesitan, las experiencias frustrantes le pueden provocar rabietas. Conforme van mejorando en sus habilidades de comunicación, estos episodios tienden a disminuir.

Los niños de entre 1 y 3 años desean tener más independencia y más control sobre su entorno, lo que puede provocar luchas de poder. Por ejemplo el niño piensa “lo puedo hacer yo solo” pero el adulto no se lo permite, lo que será suficiente para desencadenar la conducta de pataleta.

Lo importante es saber que las manifestaciones conductuales tipo berrinches o pataletas entre el primer y tercer año de vida son esperadas para la edad y que al ser abordadas de manera adecuada por el adulto disminuyen hasta eliminarse entre el tercer y cuarto año. Más allá de estas edades, si estos episodios no disminuyen sino que se mantienen o incrementan, será necesario buscar ayuda profesional.

De igual forma, será necesario que los adultos tomen en cuenta estas recomendaciones para canalizar su propia frustración al tener que enfrentar situaciones dentro del trastorno oposicionista desafiante:

– Las pataletas, sobre todo en lugares públicos, son desconcertantes, por lo que es importante recordar que nosotros no somos capaces de controlar cómo van a reaccionar los niños, pero sí podemos controlar nuestras propias reacciones. Mantén la calma. Respirar es un buen mecanismo para lograrlo.

– Evita elevar el tono de voz, esto contribuye a que no crezca la tensión.

– Ayuda al niño a expresar en palabras lo que está sintiendo.

–  En ocasiones es necesario entender que lo mejor es permitir que el niño llore y drene su molestia.

–  No te enganches. Muchas de las pataletas se originan por el enganche absurdo de un adulto con un niño que necesita en ese momento expresar su molestia. Obsérvalo antes de empezar a emitir comentarios que no ayudan.

– Para prevenir las batallas cotidianas y evitar que el niño controle la rutina familiar ofrécele  opciones al niño que desea ejercitar su recién descubierta autonomía.

– Anticipa situaciones. Si ya sabes que cierto estímulo desencadena conductas, intenta controlarlo o eliminarlo evitando episodios de berrinches.

Msc. Dayana Carrillo

Terapeuta Conductual

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